Los pintores mexicanos Frida Kahlo y Diego Rivera junto con un fantástico espectáculo inspirado por el Dia de los Muertos son el tema de esta nueva ópera que he tenido el privilegio de componer. De alguna manera he estado viviendo con estos dos emblemáticos artistas, especialmente Frida, desde mi juventud en Berkeley, California en 1970 donde crecí. Antes de que pudiera leer, encontré a Frida en las páginas de un libro de arte en  la biblioteca de la casa de mi madre, era la única mujer en unos volúmenes múltiples de “grandes artistas”.  Mi madre me hizo ver como Frida era de baja estatura, morena y creativa como nosotros; además tenía la ceja gruesa, era inválida e hija de ambos Europa y Latinoamérica como yo. Las imágenes de sus pinturas danzaron en mis sueños por años, tanto las alegres como los espectros y cuando maduré y entendí más,  en gran medida lo humano de la biografía de Frida, ella tomó una condición de heroína para mí.  

También ha sido notable para mi ver como la popularidad de Frida se ha incrementado en décadas recientes,  su historia y su legado artístico claramente han tocado fibras sensibles culturalmente. Con este libreto de mi colaborador de toda la vida, Nilo Cruz, he podido perderme en esta historia imaginaria que explora la turbulenta aventura amorosa de Frida, aún más allá de la vida misma con Diego. Honrando la maravillosa narrativa, incluyendo la sorprendente aparición de otros personajes principales tales como la Catrina, el Guardián de las Almas, con un tremendo poder sobre las almas del inframundo, y Leonardo, un joven actor del inframundo, mi tarea ha sido el crear música con un colorido y con una gran personalidad apropiada para múltiples planos de existencia – el mundo de los vivos, el mundo de los muertos, y en pocas palabras sobre todo el emotivo mundo del Arte.

A través de estos tres planos, somos testigos de cómo Diego, al final de su vida, y Frida, después de varios años de haber fallecido, poco a poco se van acercando y reuniéndose, reconciliándose a través de reconocer  el pasado que compartieron y la esperanza de compartir el futuro. A lo largo del su viaje, el coro nos aporta una rica variedad de espíritus del inframundo y de aldeanos vivientes como participantes y comentaristas; la orquestación va desde música de cámara hasta un ensamble completo.